Mi respuesta fue contundente — yo no hago fotografía— y él respondió —¿Por qué?— Por qué hay demasiadas imágenes en el mundo—respondí—lo que hace falta es pensarlas, entonces, él asintió con la cabeza, giró su silla y continúo editando sus fotografías. Si bien, no soy fotógrafa, tampoco aficionada como menciona Barthes, al inicio de “La cámara lúcida (1990, p.39 ), pues es mi intención generar un discurso entorno expresiones fotográficas que se han gestado en este país en los últimos veinte años con el objetivo de pensar la imagen como un gesto de realidad, que me permite entender el acontecer de este país.